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Opinión

Cuando la militancia calla, la oposición habla más alto

Por: Visión Global
agosto 22, 2025

Por Ramón Feliz, abogado y docente universitario

Santo Domingo, RD. – La carta enviada por el presidente Luis Abinader a la militancia del Partido Revolucionario Moderno (PRM) ha dejado más preguntas que respuestas. En ella, el mandatario argumenta que este no es momento para celebrar, sino para gobernar. El contexto es conocido: los continuos apagones, el descontento social, el impacto económico y una oposición que, como siempre, no desperdicia la oportunidad de golpear cuando percibe debilidad.

El acto de conmemoración por los cinco años de gestión, originalmente previsto para el pasado fin de semana, fue suspendido en primera instancia por el paso de la tormenta Erin. Sin embargo, la nueva fecha del viernes 22 de agosto tampoco prosperó. Oficialmente, el discurso fue el mismo: “Hay que concentrarse en la agenda de gobierno”. Pero en los pasillos políticos, la lectura es distinta. Para la oposición, la suspensión responde a que el PRM no tiene realizaciones suficientes que exhibir. Y lo más preocupante: esa narrativa, lejos de ser contrarrestada por su propia militancia, empieza a encontrar eco dentro del partido oficialista.

En municipios clave, plazas electorales decisivas, muchos altos dirigentes permanecen en silencio. Algunos se encuentran fuera de posiciones importantes en el gobierno central por simples rumores, menciones o faltas menores; otros se sienten marginados de las decisiones estratégicas y un grupo significativo, simplemente, no encuentra razones para defender la gestión actual. Y aquí surge la pregunta central: ¿puede un presidente sostener una narrativa política sólida sin el respaldo pleno de su propia estructura partidaria?

El aprendizaje de la historia

La política dominicana ha dejado lecciones claras sobre la importancia del vínculo entre un presidente y su partido. Joaquín Balaguer, maestro en el arte de sostener poder, entendía que podía gobernar sin oposición… pero nunca sin partido. Mantenía una comunicación directa y constante con su base, reforzando lealtades y asegurando que, en momentos de crisis, su gente saliera a defenderlo con un solo discurso.

Leonel Fernández, durante sus gobiernos, también supo mantener un delicado equilibrio. Su relación con el PLD no estuvo exenta de conflictos, pero nunca permitió que los rumores internos o los silencios estratégicos debilitaran su autoridad. Ante cualquier narrativa de la oposición, la respuesta oficialista llegaba en coro, bien coordinada y, muchas veces, demoledora.

Danilo Medina, aunque enfrentó cuestionamientos por su estilo hermético, construyó una maquinaria política que respondía automáticamente. No importaba si había diferencias internas: las estrategias mediáticas se diseñaban para contrarrestar cada ataque externo.

Incluso Hipólito Mejía, con su estilo frontal y poco ortodoxo, entendió la necesidad de mantener viva la conexión emocional con sus bases. Nunca dejó que la militancia se sintiera excluida; sabía que la defensa pública del gobierno empieza en la calle, no en Palacio.

El reto de Abinader: tender puentes

El presidente Abinader enfrenta un dilema complejo. Ha priorizado la gobernabilidad institucional, las reformas estructurales y un manejo económico que, en papel, exhibe cifras positivas. Pero la política no se gana solo con indicadores: se gana con narrativas, con gente y con militancia activa.

Si el PRM no logra reorganizarse, si la dirigencia sigue desmovilizada y si los rumores de fractura interna se fortalecen, la oposición encontrará terreno fértil para instalar la percepción de que este es un gobierno agotado, incapaz de responder a las demandas sociales.

Abinader necesita, con urgencia, recuperar la voz de su propio partido. Debe abrir canales de comunicación directos con sus bases, reintegrar a los cuadros descontentos y dar protagonismo a sus líderes locales. La defensa de una gestión no puede quedar únicamente en manos del gobierno central; se construye en cada barrio, en cada comité, en cada comunidad donde la oposición ya está sembrando su relato.

La historia reciente demuestra que un presidente que gobierna de espaldas a su militancia termina debilitando no solo su proyecto político, sino también su legado. Este no es momento de dejarse arrastrar por la narrativa de la oposición. Es momento de recuperar la cohesión interna, reactivar la defensa política y reconectar con el corazón del PRM.

Porque, en política, los silencios pesan. Y, hoy, los silencios dentro del partido oficialista pesan más que los ataques de cualquier adversario.

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