Lima, Perú. – A los 89 años, falleció en su ciudad natal el escritor Mario Vargas Llosa, una figura central de la literatura hispanoamericana y universal. Su partida fue confirmada por sus hijos, quienes señalaron que el autor de La fiesta del chivo murió en paz, acompañado por sus seres queridos.
El Nobel de Literatura dejó este mundo sin buscar homenajes multitudinarios. Fiel a su carácter reservado, había solicitado que no se realizara ninguna ceremonia pública tras su muerte. En respeto a su voluntad, sus restos serán incinerados en una despedida íntima, en la que solo estarán presentes familiares y amigos cercanos.
“Nos deja un legado inmenso, una obra que dialoga con la historia, el poder y la condición humana”, escribieron sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana en un comunicado donde también pidieron privacidad para atravesar el duelo.
Vargas Llosa fue mucho más que un novelista: fue un pensador crítico, un periodista agudo y una voz con eco en el debate público. Nació el 28 de marzo de 1936 en Arequipa, Perú, y su vida transitó entre la literatura, la política y los escenarios más prestigiosos de las letras mundiales. Su obra cruzó fronteras, generaciones y géneros, dejando una huella imborrable en la narrativa del siglo XX y XXI.
Desde sus años de juventud, marcados por estudios en Derecho y Literatura en Lima y jornadas laborales que lo impulsaron a escribir con urgencia y convicción, hasta su consagración como uno de los grandes del “Boom latinoamericano”, Vargas Llosa defendió la libertad individual y el poder transformador de la ficción con una pasión inquebrantable.
Con su muerte, se cierra un capítulo vital de la literatura contemporánea. Pero sus libros —crudos, lúcidos, profundamente humanos— seguirán hablando por él.
