Montevideo, 13 de mayo de 2025 — El expresidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, falleció este martes a los 89 años, dejando tras de sí un legado político y humano que trascendió las fronteras de su país. Conocido por su estilo de vida austero y su discurso en favor de la simplicidad, Mujica fue una figura emblemática de la izquierda latinoamericana, reconocido tanto por su pasado como guerrillero tupamaro como por su papel en la legalización del mercado de la marihuana y otras reformas sociales durante su mandato entre 2010 y 2015.
Durante su vida pública, Mujica evitó los lujos del poder: residía en una chacra humilde junto a su esposa, la exsenadora Lucía Topolansky, y se movilizaba en un modesto Volkswagen “escarabajo” de 1987. Donaba gran parte de su salario y rechazaba la etiqueta de “presidente pobre”, afirmando que la verdadera pobreza residía en la insaciabilidad de las personas.
Su figura alcanzó proyección global gracias a su intervención en la cumbre Río+20 de 2012, donde criticó el consumismo desmedido y abogó por una vida más simple y feliz. A lo largo de su trayectoria, Mujica ocupó diversos cargos políticos, incluyendo los de diputado, senador y ministro de Ganadería. Fue también un símbolo de la resistencia política, tras haber pasado más de 14 años preso bajo el régimen militar uruguayo, periodo durante el cual fue torturado y aislado.
Tras dejar la presidencia, continuó participando en la vida política y social del país y fue frecuentemente invitado a conferencias y entrevistas internacionales, donde compartía sus ideas sobre justicia social, libertad y dignidad humana. Su legado sigue vivo en la memoria colectiva de América Latina y en millones de personas que lo admiraron en todo el mundo.